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El abrazo de la muerte

Foto del escritor: El quiebre El quiebre

Cada año mueren en el mundo aproximadamente unas 200 mil personas de intoxicación aguda por agrotóxicos, según un informe emitido por Naciones Unidas en referencia al derecho a la alimentación el año pasado. Sin embargo, en Argentina no existen registros ni controles que den cuenta de la cantidad de víctimas que se cobran estos venenos. ¿Por qué?


Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en nuestro país se esparcen unos 300 millones de litros de glifosato en 28 millones de hectáreas por año. Esto se puede hacer en “mosquitos” (tractores con brazos con aspersores) o avionetas que reparten el producto por las zonas rurales y contaminan a todo ser vivo que alcance.

La Red Universitaria de Ambiente y Salud (REDUAS) es una organización que concentra a profesionales universitarios, académicos y científicos que trabajan en áreas rurales y que denuncian las consecuencias de la actividad productiva humana. Durante el Tercer Congreso de Médicos de Pueblos Fumigados, celebrado en 2015 difundieron un estudio que cerciora que en las zonas fumigadas, el 6% de los bebés nacen con problemas neurológicos o cardíacos y que 1 de cada 3 personas que mueren fueron víctimas del cáncer.

Incluso afirman que en los casos más extremos esa estadística puede ser superada, como en el caso de San Salvador (Entre Ríos), donde 1 de cada 2 fallecidos mueren por cáncer, o Canals (Córdoba) con el 55% de los muertos víctimas de la enfermedad.


“Lo importante es el precedente”

Mariela Leiva se encontraba dando clases en diciembre de 2014 en la escuela rural n°44 de Colonia Santa Anita, Entre Ríos, cuando una avioneta comenzó a arrojar veneno muy cerca de allí. Pocos minutos después los niños empezaron a demostrar síntomas de intoxicación, tales como vómitos, mareos o dolores de cabeza a lo que la docente reaccionó llamando a las autoridades y registrando imágenes de lo que ocurría.

Si bien la ley 6599 de la provincia establece en su artículo 8 las normas para realizar la aplicación de plaguicidas, la causa fue caratulada como “Daño Ambiental”, debido a que “las autoridades no contaban con los medios suficientes para ordenar un análisis de sangre y orina”.

Sin embargo, este 18 de septiembre quedó firme el fallo dictado en octubre del año pasado, en el cual Erminio Bernardo Rodriguez (presidente de la fumigadora Villaguay Aero Litoral S.A.), José Mario Honecker (productor que contrató el servicio) y César Martín Visconti (el piloto de la aeronave) fueron condenados a un año y medio de prisión.

“Los jueces hicieron lugar a la petición de la Fiscalía que fue de un año y medio de prisión, yo hubiese preferido el máximo para estos casos, que es de tres años. Pero más allá de esto lo importante es el precedente que se está sentando y por eso hay que alentar a todos los vecinos y a los docentes a que denuncien esta clase de hechos”, atinó Leiva después de conocer el fallo.

A pesar de esto, aún hay muchas muertes en Argentina a causa de estas sustancias, que son usadas para prevenir o eliminar plagas, generalmente de los campos, y cuyas principales consecuencias para quienes entran en contacto son: cáncer, Parkinson, Alzheimer, malformaciones en el nacimiento, problemas neurológicos y cardíacos, problemas en los riñones y muchos más.

Algunos de los casos más conocidos son el de Diógenes Chapelet, que murió a los 75 años luego de ser rociado con glifosato en su patio; Nicolás Arévaro, un pequeño de cuatro años que en 2011 se intoxicó mientras jugaba en un campo; Antonella González, que el año pasado murió en el Garrahan después de luchar contra la leucemia; o de la niña en Corrientes (cuyo nombre no trascendió) que perdió la vida al comer una mandarina de un campo.


El caso de Fabián Tomasi

Fabián Tomasi era una persona sana cuando inició sus tareas como fumigador en la localidad entrerriana de Basavilbaso en 2005. Su trabajo consistía en cargar el plaguicida en los tanques de la avioneta, para que luego sea rociado a los cultivos.

Poco después empezó a sufrir los estragos de la intoxicación: le detectaron “polineuropatía tóxica severa”, una afección degenerativa del sistema nervioso periférico que le ocasiona serios problemas neuronales y motrices.

"Era verano, trabajábamos en pata y sin remera, y comíamos sandwiches de miga debajo de la sombra del avión que era la única sombra que había en las pistas improvisadas en el medio del campo. La única instrucción que yo recibí fue hacerlo siempre en contra del viento, así los gases no me afectaban", dijo hace algunos años.

Poco a poco se convirtió en la cara más cruda de las consecuencias del uso de agrotóxicos: inspiró la realización de por lo menos dos libros, escribió una carta muy triste en La Garganta Poderosa e iba a conferencias denunciando el uso de agrotóxicos y la complicidad de distintos grupos.

“Tendríamos que poder ofrecer, en mi caso, el dolor corporal para que entiendan por qué es mi rechazo absoluto a esta matanza que está generando la multinacional Monsanto y todos sus consecuentes que ganan dinero con esto. Son sustancias diseñadas en laboratorios para matar. Si no lo hacen no sirven”, sentenció.

Tomasi murió la mañana de este 7 de septiembre en su natal Basavilbaso.

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Conclusiones

Después de todo lo anteriormente mencionado sólo puedo pensar en dos cosas: en el sufrimiento e incertidumbre de todas esas personas que no saben si su hijo está enfermo, cuándo lo van a rociar con estos venenos, si lo está aspirando, o que simplemente están esperando la hora para que ese ser querido que está enfermo descanse en paz.

Asímismo no puedo dejar de pensar en el movimiento de plata que se reproduce una y otra vez a lo largo de décadas gracias al, por una parte, cultivo en masa, con el cual sólo nos quedamos con una parte y el resto es exportado y vendido en dólares; y por otra parte al negocio de las enfermedades, que también mueve una millonada cada año (aproximadamente entre 80 mil y 100 mil dólares por año sólo en Argentina) con la venta de remedios oncológicos. Pienso que quizás la falta de controles del Estado esté motivada. Lo dejo al criterio de cada uno.

Pienso además cuando Fabián volvía todo impregnado de aquel veneno que le terminó costando la vida, en el abrazo que le daba a su hija.


Por García Gómez Amira

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